jueves, 21 de julio de 2011

Nunca pensé que el dolor fuera tan agrio.

Y es ahora cuando las sonrisas están vacías, cuando las lágrimas caen formando espejos en los que me reflejo y se rompen al chocar de frente contra mis miedos. Y ahora, las palabras que no tenían sentido forman frases que me destrozan y las palabras que significaban algo para este abandonado corazón se han vuelto vacías, inexpresivas, sin significado alguno.
Y ahora, el dolor al que me enfrento es una horrible pesadilla de la que deseo escapar, una paranoia típica de una loca, que calló enferma de aquello a lo que llaman amor.
Los sueños rotos, afilados, hacen que mis pies sangren y se tiñan del color enfermo, el color que teñirá todo lo que me importó, el color que haga que ya nada tenga sentido, que de una vez por todas, el dolor no sea un problema.  Cada paso que doy hacia delante es una lucha entre lo que pienso y lo que siento, ¿quién ganará en esta batalla sin sentido por algo que nunca podré resguardar entre mis manos? Es el amor, aquello que tanto anhelo lo que hace que esta batalla no consiga llegar a su final, enfrentándose así, eternamente, en una lucha donde las heridas no sanarán, quedarán enfermas, malditas por este laberinto sin final.
Mis pulmones cada vez retienen menos aire, les es imposible; solo desean que el pequeño corazón se pare unos instante y comprobar así lo que es no sufrir, lo que es ser todo y no ser nada al mismo tiempo, donde poder controlar las sombras, probar la nada y saborear la plenitud de lo infinito.
Estos labios han esbozado una última sonrisa, dulce como el azúcar que ahora se vuelve agria como el limón.
Ahora solo admiro como haces limonada con mis entrañas, mientras junto al azúcar de tu alegría y el agua de tu tranquilidad consigues que al fin que te haya servido de algo.

sábado, 16 de julio de 2011

Un corazón marchito por el tiempo.

Y vuelve al corazón a dar saltos en su tumba, más marchito que nunca, podrido y hueco. 
Vuelve a soñar con un mañana, con un nuevo latir; vuelve a tener la esperanza de que por él vuelvan a fluir ese mar teñido de rojo carmesí arrastrando con él el único y eterno aliento del alma. Vuelve a soñar con volver a ser acogido entre las manos de otra persona y que este lo ponga a buen recaudo entre sus costillas, duras, protectoras de cualquier daño provocado por el exterior, colocándolo al lado de otro ser como él que necesite volver a sentir esa calidez a la un día le otorgó el nombre de ''amor''.
Y le resulta extraño estar ahora solo, mendigando arrastrándose por las vacías y húmedas calles en un intento de conseguir ese poquito de amor que le haga volver a sentir, mientras avanza al compás de las gotas de lluvia que esta vez, en vez de eser producidas por las esponjosas nubes, son derramadas por dos grandes ojos de color chocolate, color que una vez fue dulce, pero que ahora solo desprende amargas miradas.
Sin embargo, este corazón enterrado bajo el manto oscuro de la soledad no siempre estuvo en este cautiverio, hubo un tiempo en el que fue libre, en el que sus palabras, al igual que el viento eran recibidas por todos...
Pero su inocencia lo pagó caro, se dejó engañar por el más apuesto de los galanes, se dejó enamorar de sus claros ojos, claros como la luna llena; se dejó atrapar entre sus dulces y perfectos dientes ocultos tras esos tiernos labios rosados, se dejó encarcelar entre sus dedos fríos, se dejó acoger entre las lineas de las palmas de sus manos, se dejó resbalar por sus interminables curvas desembocando en un trágico final...
Intentó ser fuerte pero el anhelo de lo que nunca tuvo lo acabó destruyendo en un sangriento naufragio, ahogado en sus propias y amargas lágrimas, derramadas por unos ojos inexpresivos pertenecientes a un manojo de huesos y músculos, inservibles. No importaba el lento transcurso del tiempo, ni los falsos sentimientos, ni las silenciosas miradas, ni los besos vacíos, ni las ardientes caricias, ni las secas lágrimas, solo importaba él, su majestuosa presencia acompañada de una gran capa que le cegaba de la realidad... otra vez, su inocencia lo pagó caro.
Su alma escapó con él y ahora ella lo cuida con cuidado y sigilo, desde las oscuras sombras, mientras este corazón espera el día en el que vuelva se resurgir de sus cenizas cual fénix.