miércoles, 12 de diciembre de 2012

Lo fui todo, no soy nada.


Me cuesta hablar de realidades.
Me cuesta asumir que no soy más que una promesa a la que todos rompen o que, simplemente, nunca tuvieron la intención de cumplir... Esa promesa de fidelidad eterna entre almas que se comprendían (o eso nos hicieron creer), esa promesa hicieron aquellos a los que una vez llamamos amigos,  los cuales hoy no están aquí, en este festín de carroña, de restos de sentimientos desgarrados e ilusiones rotas que ya no son nada, que no significan nada en absoluto... Brindemos con las últimas gotas de esperanza que conseguimos escurrir de nuestras desgastadas almas, brindemos por recuperar aquello que nos fue arrebatado: confianza, amor y hasta incluso algo de autoestima y dignidad; pero lo que más me duele haber perdido, es la fe; no solo en mí mismo, sino en la humanidad. Pero es imposible que, cuando aquello a lo que más se quiere, a lo que más nos aferramos desaparece, por razones que no llegamos a comprender o que nunca nos llegan a dar, pretender volver a ser la misma persona, pretender actuar como si nada hubiera pasado, como si todo fuera igual que antes... Es inútil esforzarse en intentar sentirnos completos de nuevo; ya que una parte de nuestro ser, se ha ido con esa persona, dejando en su lugar un profundo vacío que va decolorando y monotizando todo nuestro mundo de color.
Todos los momentos vividos, todas esas miradas: aquellas alegres que, al igual que un niño dándole cuerda a una caja de música, conseguían de mí sacar las mejores melodías risueñas; y aquellas algo melancólicas en las que se escapaban algo de tristeza de entre los ojos y que una suave caricia con el dorso de su mano conseguía secar y sanar el escozor que producían al resbalar sobre mi piel. Aquellas conversaciones mudas en las que las palabras sobraban, en las que solamente necesitaba investigar las pequeñas arrugas en la comisura de tus labios para descubrir lo que encerrabas en ese resguardado corazón. Aquellas noches oscuras que se iluminaban con su presencia, como mil destellos de luz en el horizonte que hacen saber al naúgrafo qué camino seguir... Pero mis luces se apagaron.
Por desgracia, no solo soy una promesa de amistad, también soy la más mustia y lánguida promesa de amor.
Soy ese tenue 'siempre' que nos susurraron una vez al oído entre besos y caricias que recorrían la carretera de tu cuerpo a una velocidad no permitida y que experimentabas junto a un cálido cuerpo que te sostenía entre sus brazos cuando llegaban las curvas y los baches, sin embargo, ahora, te ha dejado caer sin compasión en el frío y mojado asfalto mientras se alejaba sin, ni siquiera, mirar atrás. Soy  ese 'te quiero' que se resbalaba por la comisura de sus labios como dulce miel y se queda aferrada en el panal de tu clavícula junto al dulce perfume que ahora produce tanta nostalgia. Soy esa sonrisa tierna y amable, pero a la vez no verdadera, que se clava en tu mirada, que hace que tus ojos se cierren en un involuntario movimiento para impedir que de ellos vuelva a llover esa salada agonía que va haciendo un efecto que tus entrañas como si de ácido sulfúrico se tratara, te va corroyendo por dentro lenta y dolorosamente . Soy ese último beso que simboliza un adiós y, para mi desgracia, en este aspecto sí que soy verdadero... Un adiós real de algo que nunca lo fue.
No soy más que una mentira. Una mentira que tiene miedo a hablar pero que está cansada de callar lo que siente... Una mentira que solo desea romper sus cuerdas vocales, quemar en su garganta aquellas palabras que la están consumiendo por dentro. Una mentira dulce que esconde el más agrio néctar. Una mentira que te sonríe y asiente vagamente diciendo: 'estoy bien' cuando, en realidad, no es así en absoluto... Cuando lo único que verdaderamente desea en su interior es acabar con todo... Cuando este pequeño corazón que posee, y que a veces no llega a entender del todo, no hace más que jadear suplicando en su último aliento un poco de compasión por todos sus pecados; entre ellos y el más grave, fue amarte, fue amarlos...
Y sin embargo, temo a la muerte y la vida me mata. ¿Qué me queda en esta inmensidad de nada?
Quizás hoy mi corazón siga latiendo por vivir, pero no puedo prometerte que mañana siga dejando que esta triste melodía siga sonando al compás que marca mi pulso.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Finales felices.

Quizás buscar la complejidad en mis palabras sea lo que me impida expresarlas, siempre intento encontrar palabras de novelas grandiosas, de sublimes lecturas de adultos... suena bastante aburrido ¿no? Volvamos a ser niños despreocupados.
Y es ahora cuando estoy aprendiendo a ver las cosas de una manera más simple, a no preocuparme por cualquier pequeño problema... Creo que estoy aprendiendo a ser feliz por una vez.
Sin buscarla, encuentro la perfección en pequeñas cosas en la que jamás me fijé: en cómo la noche nos arropa con su gran manto de estrellas y nos vigila con su gran ojo, la Luna; el despertar con pequeños rayos de luz al amanecer que nos marcan el camino que seguir, pero sin dejarnos ver cuál es el final... el trabajo de descubrirlo es nuestro, andando solos o con la más dulce compañía, tropezando y aprendiendo a levantarnos y a curar nuestras heridas... aprendiendo a querernos tal y como somos... aprendiendo a ser nosotros mismos.
¡Levanta ya! Es hora de que abras la boca y te comas el mundo que sostienes entre tu manos.
Y quizás a veces te asuste la oscuridad, el miedo de no saber hacia dónde vas y perderte del camino; quizás empiece a llover de tus ojos cuando notes que se acerca el invierno de tu corazón y poco a poco se vayan congelando tus sentimientos, paralizando tus emociones, desconcertando tus sentidos. Pero no temas más, porque yo mataré monstruos por ti.
Seremos dos héroes vestidos del verde coraje y empuñando nuestras más preciadas ilusiones, prométeme que lucharemos por ser felices, juntos. Que por mucho que nos cueste escalar montañas, por mucho que nos hundamos en aguas turbias, por mucho que la niebla nos impida vernos, siempre estarás agarrado a mi mano, no me sueltes nunca...
Ha llegado la noche y los fuegos artificiales tiñen el cielo de toda clase de colores existentes (e inexistentes también), pero ¿qué celebramos? Quizás el seguir vivos, en retar cada día a la muerte a un juego al azar, celebramos ser campeones de este juego al que llamamos vida.
¿Puedes levantarme un poco? Quiero coger una estrella y encerrarla para que este momento sea eterno... a tu lado cualquier cosa se hace posible.
Aunque seamos solamente dos simples cultivadores de sueños, me siento feliz de haberte encontrado; porque la experiencia me ha enseñado que los príncipes azules a veces se destiñen...
Y como en cualquier historia, debería haber un final feliz, pero a esta historia, prefiero no ponerle final alguno.

lunes, 25 de junio de 2012

Sigo sin creer en las resurrecciones.

Es difícil no llorar ahora, cuando todo tu mundo se viene abajo, cuando cada palabra duele más que la anterior, cuando la soledad se aferra a ti, engañándote y convirtiéndose en tu única compañía, es entonces cuando no deseas otra cosa que aquello a lo que suelen llamar corazón, esa cosa cuyo pálpito consigue ponerte de los nervios muchas veces, se pare en seco. Tampoco es muy diferente de cómo estoy ahora, tumbada en la cama y con la cara completamente hundida en la almohada, intentando ahogar en vanos gritos y sollozos; siento cómo el constate latido de mi corazón va siendo cada vez más lento, intentando bombear el oxígeno que no dejo que se suministre, necesito acabar con esto ya...
Necesito descarrilar de una vez de esta montaña rusa en la que no hago más que caer más y más en picado, siento cómo se me encoge en estómago, esas terribles ganas de vomitar sentimientos y quedar libre de ellos, pero tengo miedo a escupirlos sobre alguien importante, alguien que ahora mismo me está cogiendo de la mano diciéndome: ''tranquila, ya pasará'', pero... ¿cuánto tiempo estarán ahí? ¿se bajarán en la próxima vuelta o se quedarán eternamente atrapada en ella por mi culpa? Sea como sea, no quiero tenerlos a mi lado, no quiero... no quiero depender de ellos, de nadie...
Siempre he sido una molestia y siempre lo he sabido, solo que intentaba consolarme pesando que no era culpa mía, que eso le pasaba a todos, pero no es así... cualquier persona en mi compañía sufre, se va, o simplemente, hace lo posible para acabar con su vida.
No os podéis imaginar la angustia que tengo agarrada en el pecho, me aprieta, me deja sin aliento y poco a poco, está acabando conmigo... pero no le daré el placer de hacerme morir lentamente, disfrutando de cada minuto de agonía que sufra mi cuerpo, de cada lágrima que desprenda por aquellas personas que hoy se marchan, por cada gota de sangre que define mi cuenta atrás.
Necesito retroceder, a cuando todo estaba bien, quedarme allí un tiempo, grabar en mi memoria aquellas caras felices de manera que no quede espacio para nada más en mi memoria; inundar mis oídos de esas risas, ahogarme en ellas y por una vez sentirme tranquila; abrazar a aquella gente a la que nunca olvidaré, sentir sus cuerpos junto al mío, recordar sus dulces aromas... hasta que todo se haga borroso y llegue la hora del juicio final. Que por un momento, durante un simple instante todo aquello que me devoraba por dentro, aquello que hoy no me deja vivir, deje de existir.
Quiero pedir ayuda a Dios, pero ¿dónde está ahora? ¿dónde está su justicia? Me ha abandonado, pero, realmente, no es de extrañar, todos, al fin y al cabo, acaban haciéndolo.
Ahora que realmente estoy sola, tengo miedo, miedo a morir si haber sido nadie... ¿alguien me recordará? ¿alguien llorará por que me vaya? Pero esa no es la mayor de mis preocupaciones...
Tengo miedo de dejar de existir, de dejar de ser, relativamente, alguien a solo ser un cadáver, algo inerte, insensible, inútil... Miedo de no volver a sentir jamás, de no sentir lo que es ser amada de verdad por alguien...
Y ahora que decido morir en el más frío de los veranos, en una donde solo se oye el pequeño siseo del viento pasando entre las ventanas estalla mis oídos, donde el frío suelo hace que ardan mis pies a cada paso, donde a cada bocanada de aire temes por que se escape tu alma en un pequeño hilo de voz en el que apenas se percibe los lúgubres sonido de un amargo adiós... Es aquí cuando tengo claro de que no hay vuelta atrás.
Después de tantas veces que ha muerto mi alma, sé con seguridad de que no hay resurrección alguna, mi alma siempre estuvo muerta, pero vivía artificialmente de aquellas personas a las que me aferraba y de las que ahora me despido.
Adiós amigos, nos vemos en el olvido.

viernes, 11 de mayo de 2012

Anhelo de pecadores.



Me sigo ahogando entre botellas vacías, asfixiándome entre un aire en el que solo se perciben diferentes tonos de alcohol y tabaco, dejando que penetren en mí esas drogas que espero que acaben por matarme, por destruir dentro de mí todo lo que soy.
Sigo atragantándome con besos insípidos y quemando mi piel con caricias vacías, sobreviviendo del poco afecto que consigo arrebatar, siendo yo misma una de esas personas de las que intenta escapar; dejando que los deseos se antepongan a los sentimientos, haciendo sentir que es una necesidad. Repulsivo, pero a la vez bastante agradable.
Me cansa ya hablar de caminos y de destinos, de recordar malas salidas e imaginar un final. A veces me parece absurdo esto de pensar, no hace más que ponernos impedimentos a aquellos que realmente deseamos hacer, decir o simplemente callar. Y quiero hablar del ahora, pero no encentro nada que decir... O no nada que no tenga relación contigo.
Poco a poco siento que me quedo sin cosas que decir, sin palabras que cobren sentido de ningún modo, siento que el tiempo se agota cuando no estoy a tu lado; siento que me voy quedando sin aliento de tanto correr para alcanzarte y, sin embargo, siempre te pierdo el el horizonte, vacío y monótono.
Se van acumulando demasiados temas incoherentes conexos entre sí, que siempre lleva a un mismo lugar, un mismo punto de referencia: tu anhelo.
Y es que aún no me hago a la idea de vivir sin una sonrisa que ilumine las noches más oscuras, cuando las estrellas dejan de brillar y la Luna se torna de un turbio y frío rojo que va recorriendo mis venas, haciendo que mi cuerpo se congele, es cuando necesito tu calor, unos brazos que me acojan dulcemente, escuchar una y otra vez el mismo sonido repetitivo de tu corazón y quedarme dormida bajo el manto de tu mirada. No me hago a la idea de tener que vivir sin volver a escuchar el envolvente aroma de tus palabras, dejando que en mis oídos se incrusten las putrefactas palabras de la sociedad, en las que abundan críticas y burlas, dejando que vuelva a caer en un bucle de autodestrucción.
No quiero vivir sin poder beber el fruto de mi felicidad, que emana tímidamente por la comisura de tus labios... ¿jamás volveré a tomar del fruto prohibido?
El anhelo será el castigo y el olvido algo inalcanzable, esta es la pena de los pecadores.

domingo, 15 de abril de 2012

¿Es un adiós para siempre?


Llevo tiempo sin querer dedicar ninguna palabra a mi vida, intentando quedarme en un silencio abismal, con la mente en blanco y dejando mis pensamientos alejados de mis sentimientos, con miedo de que tu recuerdo volviera y recorriera todo mi cuerpo como una fría bocanada de aire, helándome por dentro; pero sin embargo, nunca me percaté de que tu recuerdo siempre había estado presente, escondido bajo una triste almohada y protegido por ilusos sueños.
Pero no solo tu recuerdo me persigue, sino el de todos aquellos que se han ido, que han abandonado mi corazón y mi vida, dejando un asiento libre -el cual aún mantengo caliente- buscando un mejor lugar que a mi lado para estar, para ser felices.
Y aunque haya intentado manteneros a mi lado, todo ha sido en vano. He intentado cambiar mi forma de actuar, de pensar, de sentir, solo para manteneros aquí conmigo, para que esto a lo que llamo vida no sea más que una gran sala con asientos vacíos por un público insatisfecho. He cambiado tanto que ya no sé quién soy realmente.
Hoy me encuentro pérdida -bastante más de lo normal-. Intento buscar una salida en este maldito laberinto de preguntas a las que nadie me sabe responder, de palabras que nadie me ayuda a pronunciar, de delitos que nadie me ayuda a cometer, de sonrisas que nadie me ayuda a esbozar, de amor que nadie me deja demostrarle... Y es que esto no lo puedo hacer sola.
¿Alguien en algún lugar vendrá a ayudarme?
Solo espero que algún día me pueda levantar sin miedo a que me vuelvan a hacer caer, o más bien, con la seguridad de que si vuelvo a caer, haya alguien tendiéndome la mano y diciendo: ''Levanta, todavía nos queda mucho camino por recorrer''.
Y quizás las pérdidas me duelan cada vez menos, una rutina corriente por la cual más de una vez he experimentado; el doloroso y continuo dolor de una sola palabra que rebota como un eco en tu cabeza, cada vez más alto: ''adiós'' y luego un largo vals de lágrimas que danzan tristemente y descompasadas por tu rostro.
Pero ahora solo me queda quedarme tendida en este suelo, al que por mucho tiempo que pase, no consigo adaptarme; viviendo en una continua soledad desde donde el miedo me acecha y me hace cometer más errores de los que pueda arreglar, confundiendo mis sentimientos, haciendo un nudo en mi estómago obligando a callar mis palabras y renegando cualquier pizca de felicidad.
Solo me queda vivir a base de amargas despedidas, de críticas que me van destruyendo y de falsas ilusiones que va creando el amor, o lo que de él conozco.
Siento estar al borde de un gran abismo, quizás deba saltar. Dejar atrás todo aquello que me oprime, pero con miedo de olvidar todo aquellos que mínimamente me retiene, todas aquellas personas que me atraen con sus dulces voces, como si de ángeles se tratara, todos esos pequeños momentos por los que merece la pena vivir (aquel primer beso bajo las estrellas, aquellos días en una pequeña cocina donde en el aire no se percibían más que algo de harina y risas, aquellos días de lluvia abrazada a esa persona especial, esos días encerrados e una habitación hablando sobre el sentido de la vida, hasta que nos dimos cuenta de que esta no lo tiene). Y quizás sea eso, caminar tejiendo una manta con todos estos momentos, protegiéndote así de los malos días, dándote calor en los días de soledad y dando un poco de luz en esos días de pensamientos nublados.
Y aunque todos se acaben marchando, me quedará su recuerdo, aunque me duela saber que nunca fui suficiente. Para nadie.
Y que por eso viva en este adiós para siempre.

sábado, 24 de marzo de 2012

Algo de lo que no puedo huir.


Quizás haya pasado mucho tiempo en el que mi corazón no haya escrito ni una palabra, tiempo en el que he parado de pensar, incluso de sentir; quizás todo lo que ha ocurrido no sean más que acontecimientos sin mera importancia. Creo que mis palabras han perdido ya sentido alguno, no son más que eso, palabras, simples o complejas, la cuestión es que está vacías, esputadas por un hueco corazón incapaz ya de funcionar.
Nada ha cambiado desde el primer momento, todo sigue igual, una montaña rusa llena de altibajos que, sin importar como son, siempre acaban en una temerosa caída de la cual me he descarrilado varias veces, cayendo en un abismal vacío; solo cierro los ojos y rezo, no por vivir -es más las cosas darían un giro de 180º a favor de todos, incluso de mí misma si muriera-, rezo por todos a los que les importo para que sean felices y quizás, con suerte, les importe lo suficiente para que me ayuden a salir de allí, curándome y volviendo a dibujar en mi cara las sonrisas que jamás pensé en volver a enseñar.
Creo que la vida sigue jugando conmigo, muestra su cara inocente, como un juego de niños, pero realmente no es más que un sádico juego del que nunca me dejará escapar; aunque creo que ya llevo tanto tiempo que hasta yo misma entro en el juego una y otra vez mostrando el más extraño de los involuntarios masoquismos. Y es que a veces hasta me gusta.
No soy más que un títere sometido ante su poder, una marioneta que desea cortar los hilos hechos de miedos e inseguridades que la manejan y que en muchos casos estos se tensan tantos que llegan a herirme, pero nadie lo puede ver, no sor heridas que se puedan percibir a simple vista: en las manos o las piernas, no, son heridas que llegan a lo más profundo del corazón.
Mis sentimientos se han perdido, quizás en una casa de espejos donde solo podía ver su reflejo y los seguía ciegamente esperando al fin encontrarlos; pero siempre acababa estampada delante de un espejo, en el cual no había más que un ser horrendo reflejado en él, espera, era yo. Y por la rabia de ser así, fui rompiendo todos los espejos, uno a uno con la sangre en mis puños, tenía claro en dejar atrás mis sentimientos y encerrarme en mi autismo interno, donde ya nada digo, nada siento.
Solo me queda esperar aquí, sentada sobre una superficie humedecida por mis propias lágrimas, esperando a que todo acabe.
''El amor te salvará, lo hace con todos'' ¿Acaso crees que yo quiero amor? Estás en lo correcto, pero debo de dejar de soñar, ya que es simplemente eso, sueños; que si no los rompes tú alguien se encargará de hacerlo. Dejaré de ser la niña inocente y pasaré a adquirir un tono más serio, en el que todo me lo tenga que ganar yo. Já, ni siquiera yo consigo creerlo; dependo de los demás más que de mi vida misma, pero principalmente dependo de ti. ¿Y dónde estás? Yo sigo aquí, escondida entre la niebla, mirando al horizonte esperando encontrar tu mirada.