sábado, 13 de julio de 2013
Cuando la normalidad deja de ser rutina.
Es raro sentirse tan apartada de algo que puedes tocar todos los días, de la gente que saludas, de la que te despides, de la que está tu lado o de la que está más lejos de lo que desearías. Es triste sentirse sola rodeada de tanta gente, sentir que mientras pasan los días, no tienes a nadie a quien le puedas contar las pequeñas cosas que te hacen sentir salir de esos pensamientos en los que te sumerges, esos en los que te ocultas por demasiadas razones que nadie nunca comprendería; y eso es lo que me mata, que nadie entiende lo que puede pasar por mi cabeza.
Los días me hacen sentir bien. Más bien, me hacen sentir algo; siento el viento fuerte que me arrastra o las pequeñas brisas de verano que me alivian del permanente sol que ilumina los cielos, sin embargo, a veces extraño los fríos días de invierno, los tempranos atardeceres y las oscuras y prematuras noches, y quizás ses ese mi problema, que prefiero la noche.
Las noches me hacen más sensibles a todo, o quizás es que estoy acostumbrada a no ocultar lo que siento durante ese pequeño intervalo de tiempo en el que casi no se me puede ver. En la oscuridad nadie puede ver mis complejos, ni mis debilidades, ni los defectos que tanto intento ocultar; en la oscuridad solo estoy yo y, por raro que parezca, no me siento tan sola como durante los días. Cuando estoy sola, siento que nadie puede hacerme sentir poca cosa, siento que soy un poquito especial que soy la primera opción, que soy la única en algo, siento que nadie puede hacerme daño, pero, no sé cómo, me acabo haciendo daño yo misma de la manera más patética y estúpida, pero a la vez dolorosa.
A veces siento como si no me quedara nada, empeño en dar lo mejor de mí, pero se ve que nunca es suficiente, nada referido a mí es suficiente y me siento inútil por eso, siento que nunca podré hacer a alguien feliz. Me aterroriza que la gente se vaya de mi lado, que me abandone y me deje atrás, nunca he sido buena olvidando, pero se ve que la gente sabe hacerlo bastante bien, o por lo menos conmigo. Sé que no soy gran cosa, no soy alguien divertida, ni sé mucho sobre nada, ni siquiera sé mucho sobre mí misma, pero algo que sé es que me gustaría sentirme alguien por una vez. Y quizás en pequeños momentos lo he sentido, en esos momentos en las que dos personas se quieren, o por lo menos así lo pintan en las historias de los libros y las películas que tanto me empeño en ver, pero no, ni mucho menos es ese mi caso, el mío es algo más... ¿trágico? Todas mis relaciones se basan en gente que me utiliza y, cuando tienen lo que quieren, me abandonan. Pero, oh, por dios, no seamos tan dramáticos. Supongo que me lo merezco por tonta. Y por otra parte por rara, soy alguien difícil, soy algo inestable, soy... algo raro de querer, pero eso es culpa mía, como todo lo que me pasa, y es por eso que me siento tan 'error' de todo.
Mi casa es un auténtico desastre (no solo por mi habitación), padres con adicciones legales que no paran de pelear, una madre que jamás me ha felicitado por nada, un padre frío y lejano, pero no les culpo de nada, todos tenemos problemas y yo tampoco es que sea la mejor hija del mundo, está mi hermana para recordármelo diariamente.
Aunque tampoco es cuestión de ver las cosas tan mal, aún no he escrito ninguna carta de suicidio ni tengo intención de hacerlo de momento.
Supongo que se puede vivir con esto. Tengo casa, familia, amigos y nunca me ha faltado de nada, supongo que puedo limitarme a existir sin ser gran cosa.
Solo digo que todo esto es raro.
lunes, 25 de marzo de 2013
Cafetera de sueños y pesadillas.
Últimamente me cuesta hablar de todo.
De las heridas del pasado que aún hoy siguen abiertas, de las realidades frías y punzantes como estalactitas, del tiempo que pasa a veces tan rápido que me deja atrás, u otras veces tan lento que todo permanece en una monótona y temible eternidad de la que no consigo escapar; hasta de mí, pf, qué decir de mí aparte de ya nada me hace sonreír... Pero nada me resulta tan difícil como hablar de ti.
Del perfecto e imperfecto 'tú' que te forma, de esas estúpidas palabras que me dices para que me hagas extrañarte y por esas otras que hacen que no quiera volver a escuchar tu nombre, de esos momentos que vivimos separados y de los que me gustaría vivir juntos que, aún si fuera un efímero y fugaz momento, me haría sentir la persona más afortunada de este mundo. Porque nada se puede comparar con lo que me haces sentir (y no solo para bien). El amor es una de las cosas más puras que uno puede experimentar, aunque cualquier bien no viaja en solitario, sino que con él, como un escolta, viene acompañado de algunos malos estragos.
Y sé que las historias románticas vienen seguidas de una pésima secuela decepción y abandono... Pero no puedo evitar más intentar callar lo que siento, no puedo seguir escondiendo en mi pecho la luz de mil estrellas incandescentes que caen sobre mi corazón, hiriéndolo, suplicando que las deje libres. Y aunque esta vez la noche haya vencido al amanecer, contigo todo se vuelve más pequeñito, me das fuerzas para crecer... porque siento que a tu lado no necesito poner el dedo sobre la Luna para sentirme gigante.
Y es que no sé qué decir de ti aparte de que me encantas.
Me encanta el sonido de tu respiración, que me hipnotiza y me sumerge en el fondo donde nadie excepto tú puede encontrarme, aunque sin ahogarme, porque eres tú quien me da el aire que necesito para sobrevivir. Me encanta tu risa, pegadiza y repetitiva, como esa canción que me ronda siempre la cabeza, que me recorre entera de pies a cabeza haciéndome sentir viva.Pero no puedo hablar de tu tacto, de tu olor, de las curvaturas de las facciones de tu cara... Porque no estás. No estás y me haces falta.
Sé que ahogar las penas está muy visto, pero es lo único que puedo hacer, servirme lágrimas todavía sin derramar en bonitas tazas adornadas y coloridas, aunque vacías como mis sueños, tragármelas e intentar que acaben por ahogarme, por apagar el rápido compás que me hace llevar mi corazón y que me asfixia. Pero de nada sirve, cojo las tazas donde he depositado mis debilidades y por miedo a que alguien lo haga, las rompo contra la pared junto la poca esperanza que aún me queda; si alguien me va a hacer daño, seré yo misma. Y es que nada tiene sentido en noches deambulantes de insomnio, porque para mí siempre es de madrugada y despertar sin ti es como continuar con las pesadillas de mis sueños.
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