Últimamente me cuesta hablar de todo.
De las heridas del pasado que aún hoy siguen abiertas, de las realidades frías y punzantes como estalactitas, del tiempo que pasa a veces tan rápido que me deja atrás, u otras veces tan lento que todo permanece en una monótona y temible eternidad de la que no consigo escapar; hasta de mí, pf, qué decir de mí aparte de ya nada me hace sonreír... Pero nada me resulta tan difícil como hablar de ti.
Del perfecto e imperfecto 'tú' que te forma, de esas estúpidas palabras que me dices para que me hagas extrañarte y por esas otras que hacen que no quiera volver a escuchar tu nombre, de esos momentos que vivimos separados y de los que me gustaría vivir juntos que, aún si fuera un efímero y fugaz momento, me haría sentir la persona más afortunada de este mundo. Porque nada se puede comparar con lo que me haces sentir (y no solo para bien). El amor es una de las cosas más puras que uno puede experimentar, aunque cualquier bien no viaja en solitario, sino que con él, como un escolta, viene acompañado de algunos malos estragos.
Y sé que las historias románticas vienen seguidas de una pésima secuela decepción y abandono... Pero no puedo evitar más intentar callar lo que siento, no puedo seguir escondiendo en mi pecho la luz de mil estrellas incandescentes que caen sobre mi corazón, hiriéndolo, suplicando que las deje libres. Y aunque esta vez la noche haya vencido al amanecer, contigo todo se vuelve más pequeñito, me das fuerzas para crecer... porque siento que a tu lado no necesito poner el dedo sobre la Luna para sentirme gigante.
Y es que no sé qué decir de ti aparte de que me encantas.
Me encanta el sonido de tu respiración, que me hipnotiza y me sumerge en el fondo donde nadie excepto tú puede encontrarme, aunque sin ahogarme, porque eres tú quien me da el aire que necesito para sobrevivir. Me encanta tu risa, pegadiza y repetitiva, como esa canción que me ronda siempre la cabeza, que me recorre entera de pies a cabeza haciéndome sentir viva.Pero no puedo hablar de tu tacto, de tu olor, de las curvaturas de las facciones de tu cara... Porque no estás. No estás y me haces falta.
Sé que ahogar las penas está muy visto, pero es lo único que puedo hacer, servirme lágrimas todavía sin derramar en bonitas tazas adornadas y coloridas, aunque vacías como mis sueños, tragármelas e intentar que acaben por ahogarme, por apagar el rápido compás que me hace llevar mi corazón y que me asfixia. Pero de nada sirve, cojo las tazas donde he depositado mis debilidades y por miedo a que alguien lo haga, las rompo contra la pared junto la poca esperanza que aún me queda; si alguien me va a hacer daño, seré yo misma. Y es que nada tiene sentido en noches deambulantes de insomnio, porque para mí siempre es de madrugada y despertar sin ti es como continuar con las pesadillas de mis sueños.
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