liberarme de mis sentimientos
y ahogarlos en café.
sentirme aliviada
como antes.
Madrugadas ahogadas en café~
viernes, 2 de octubre de 2015
sábado, 13 de julio de 2013
Cuando la normalidad deja de ser rutina.
Es raro sentirse tan apartada de algo que puedes tocar todos los días, de la gente que saludas, de la que te despides, de la que está tu lado o de la que está más lejos de lo que desearías. Es triste sentirse sola rodeada de tanta gente, sentir que mientras pasan los días, no tienes a nadie a quien le puedas contar las pequeñas cosas que te hacen sentir salir de esos pensamientos en los que te sumerges, esos en los que te ocultas por demasiadas razones que nadie nunca comprendería; y eso es lo que me mata, que nadie entiende lo que puede pasar por mi cabeza.
Los días me hacen sentir bien. Más bien, me hacen sentir algo; siento el viento fuerte que me arrastra o las pequeñas brisas de verano que me alivian del permanente sol que ilumina los cielos, sin embargo, a veces extraño los fríos días de invierno, los tempranos atardeceres y las oscuras y prematuras noches, y quizás ses ese mi problema, que prefiero la noche.
Las noches me hacen más sensibles a todo, o quizás es que estoy acostumbrada a no ocultar lo que siento durante ese pequeño intervalo de tiempo en el que casi no se me puede ver. En la oscuridad nadie puede ver mis complejos, ni mis debilidades, ni los defectos que tanto intento ocultar; en la oscuridad solo estoy yo y, por raro que parezca, no me siento tan sola como durante los días. Cuando estoy sola, siento que nadie puede hacerme sentir poca cosa, siento que soy un poquito especial que soy la primera opción, que soy la única en algo, siento que nadie puede hacerme daño, pero, no sé cómo, me acabo haciendo daño yo misma de la manera más patética y estúpida, pero a la vez dolorosa.
A veces siento como si no me quedara nada, empeño en dar lo mejor de mí, pero se ve que nunca es suficiente, nada referido a mí es suficiente y me siento inútil por eso, siento que nunca podré hacer a alguien feliz. Me aterroriza que la gente se vaya de mi lado, que me abandone y me deje atrás, nunca he sido buena olvidando, pero se ve que la gente sabe hacerlo bastante bien, o por lo menos conmigo. Sé que no soy gran cosa, no soy alguien divertida, ni sé mucho sobre nada, ni siquiera sé mucho sobre mí misma, pero algo que sé es que me gustaría sentirme alguien por una vez. Y quizás en pequeños momentos lo he sentido, en esos momentos en las que dos personas se quieren, o por lo menos así lo pintan en las historias de los libros y las películas que tanto me empeño en ver, pero no, ni mucho menos es ese mi caso, el mío es algo más... ¿trágico? Todas mis relaciones se basan en gente que me utiliza y, cuando tienen lo que quieren, me abandonan. Pero, oh, por dios, no seamos tan dramáticos. Supongo que me lo merezco por tonta. Y por otra parte por rara, soy alguien difícil, soy algo inestable, soy... algo raro de querer, pero eso es culpa mía, como todo lo que me pasa, y es por eso que me siento tan 'error' de todo.
Mi casa es un auténtico desastre (no solo por mi habitación), padres con adicciones legales que no paran de pelear, una madre que jamás me ha felicitado por nada, un padre frío y lejano, pero no les culpo de nada, todos tenemos problemas y yo tampoco es que sea la mejor hija del mundo, está mi hermana para recordármelo diariamente.
Aunque tampoco es cuestión de ver las cosas tan mal, aún no he escrito ninguna carta de suicidio ni tengo intención de hacerlo de momento.
Supongo que se puede vivir con esto. Tengo casa, familia, amigos y nunca me ha faltado de nada, supongo que puedo limitarme a existir sin ser gran cosa.
Solo digo que todo esto es raro.
lunes, 25 de marzo de 2013
Cafetera de sueños y pesadillas.
Últimamente me cuesta hablar de todo.
De las heridas del pasado que aún hoy siguen abiertas, de las realidades frías y punzantes como estalactitas, del tiempo que pasa a veces tan rápido que me deja atrás, u otras veces tan lento que todo permanece en una monótona y temible eternidad de la que no consigo escapar; hasta de mí, pf, qué decir de mí aparte de ya nada me hace sonreír... Pero nada me resulta tan difícil como hablar de ti.
Del perfecto e imperfecto 'tú' que te forma, de esas estúpidas palabras que me dices para que me hagas extrañarte y por esas otras que hacen que no quiera volver a escuchar tu nombre, de esos momentos que vivimos separados y de los que me gustaría vivir juntos que, aún si fuera un efímero y fugaz momento, me haría sentir la persona más afortunada de este mundo. Porque nada se puede comparar con lo que me haces sentir (y no solo para bien). El amor es una de las cosas más puras que uno puede experimentar, aunque cualquier bien no viaja en solitario, sino que con él, como un escolta, viene acompañado de algunos malos estragos.
Y sé que las historias románticas vienen seguidas de una pésima secuela decepción y abandono... Pero no puedo evitar más intentar callar lo que siento, no puedo seguir escondiendo en mi pecho la luz de mil estrellas incandescentes que caen sobre mi corazón, hiriéndolo, suplicando que las deje libres. Y aunque esta vez la noche haya vencido al amanecer, contigo todo se vuelve más pequeñito, me das fuerzas para crecer... porque siento que a tu lado no necesito poner el dedo sobre la Luna para sentirme gigante.
Y es que no sé qué decir de ti aparte de que me encantas.
Me encanta el sonido de tu respiración, que me hipnotiza y me sumerge en el fondo donde nadie excepto tú puede encontrarme, aunque sin ahogarme, porque eres tú quien me da el aire que necesito para sobrevivir. Me encanta tu risa, pegadiza y repetitiva, como esa canción que me ronda siempre la cabeza, que me recorre entera de pies a cabeza haciéndome sentir viva.Pero no puedo hablar de tu tacto, de tu olor, de las curvaturas de las facciones de tu cara... Porque no estás. No estás y me haces falta.
Sé que ahogar las penas está muy visto, pero es lo único que puedo hacer, servirme lágrimas todavía sin derramar en bonitas tazas adornadas y coloridas, aunque vacías como mis sueños, tragármelas e intentar que acaben por ahogarme, por apagar el rápido compás que me hace llevar mi corazón y que me asfixia. Pero de nada sirve, cojo las tazas donde he depositado mis debilidades y por miedo a que alguien lo haga, las rompo contra la pared junto la poca esperanza que aún me queda; si alguien me va a hacer daño, seré yo misma. Y es que nada tiene sentido en noches deambulantes de insomnio, porque para mí siempre es de madrugada y despertar sin ti es como continuar con las pesadillas de mis sueños.
miércoles, 12 de diciembre de 2012
Lo fui todo, no soy nada.
Me cuesta asumir que no soy más que una promesa a la que todos rompen o que, simplemente, nunca tuvieron la intención de cumplir... Esa promesa de fidelidad eterna entre almas que se comprendían (o eso nos hicieron creer), esa promesa hicieron aquellos a los que una vez llamamos amigos, los cuales hoy no están aquí, en este festín de carroña, de restos de sentimientos desgarrados e ilusiones rotas que ya no son nada, que no significan nada en absoluto... Brindemos con las últimas gotas de esperanza que conseguimos escurrir de nuestras desgastadas almas, brindemos por recuperar aquello que nos fue arrebatado: confianza, amor y hasta incluso algo de autoestima y dignidad; pero lo que más me duele haber perdido, es la fe; no solo en mí mismo, sino en la humanidad. Pero es imposible que, cuando aquello a lo que más se quiere, a lo que más nos aferramos desaparece, por razones que no llegamos a comprender o que nunca nos llegan a dar, pretender volver a ser la misma persona, pretender actuar como si nada hubiera pasado, como si todo fuera igual que antes... Es inútil esforzarse en intentar sentirnos completos de nuevo; ya que una parte de nuestro ser, se ha ido con esa persona, dejando en su lugar un profundo vacío que va decolorando y monotizando todo nuestro mundo de color.
Todos los momentos vividos, todas esas miradas: aquellas alegres que, al igual que un niño dándole cuerda a una caja de música, conseguían de mí sacar las mejores melodías risueñas; y aquellas algo melancólicas en las que se escapaban algo de tristeza de entre los ojos y que una suave caricia con el dorso de su mano conseguía secar y sanar el escozor que producían al resbalar sobre mi piel. Aquellas conversaciones mudas en las que las palabras sobraban, en las que solamente necesitaba investigar las pequeñas arrugas en la comisura de tus labios para descubrir lo que encerrabas en ese resguardado corazón. Aquellas noches oscuras que se iluminaban con su presencia, como mil destellos de luz en el horizonte que hacen saber al naúgrafo qué camino seguir... Pero mis luces se apagaron.
Por desgracia, no solo soy una promesa de amistad, también soy la más mustia y lánguida promesa de amor.
Todos los momentos vividos, todas esas miradas: aquellas alegres que, al igual que un niño dándole cuerda a una caja de música, conseguían de mí sacar las mejores melodías risueñas; y aquellas algo melancólicas en las que se escapaban algo de tristeza de entre los ojos y que una suave caricia con el dorso de su mano conseguía secar y sanar el escozor que producían al resbalar sobre mi piel. Aquellas conversaciones mudas en las que las palabras sobraban, en las que solamente necesitaba investigar las pequeñas arrugas en la comisura de tus labios para descubrir lo que encerrabas en ese resguardado corazón. Aquellas noches oscuras que se iluminaban con su presencia, como mil destellos de luz en el horizonte que hacen saber al naúgrafo qué camino seguir... Pero mis luces se apagaron.
Por desgracia, no solo soy una promesa de amistad, también soy la más mustia y lánguida promesa de amor.
Soy ese tenue 'siempre' que nos susurraron una vez al oído entre besos y caricias que recorrían la carretera de tu cuerpo a una velocidad no permitida y que experimentabas junto a un cálido cuerpo que te sostenía entre sus brazos cuando llegaban las curvas y los baches, sin embargo, ahora, te ha dejado caer sin compasión en el frío y mojado asfalto mientras se alejaba sin, ni siquiera, mirar atrás. Soy ese 'te quiero' que se resbalaba por la comisura de sus labios como dulce miel y se queda aferrada en el panal de tu clavícula junto al dulce perfume que ahora produce tanta nostalgia. Soy esa sonrisa tierna y amable, pero a la vez no verdadera, que se clava en tu mirada, que hace que tus ojos se cierren en un involuntario movimiento para impedir que de ellos vuelva a llover esa salada agonía que va haciendo un efecto que tus entrañas como si de ácido sulfúrico se tratara, te va corroyendo por dentro lenta y dolorosamente . Soy ese último beso que simboliza un adiós y, para mi desgracia, en este aspecto sí que soy verdadero... Un adiós real de algo que nunca lo fue.
No soy más que una mentira. Una mentira que tiene miedo a hablar pero que está cansada de callar lo que siente... Una mentira que solo desea romper sus cuerdas vocales, quemar en su garganta aquellas palabras que la están consumiendo por dentro. Una mentira dulce que esconde el más agrio néctar. Una mentira que te sonríe y asiente vagamente diciendo: 'estoy bien' cuando, en realidad, no es así en absoluto... Cuando lo único que verdaderamente desea en su interior es acabar con todo... Cuando este pequeño corazón que posee, y que a veces no llega a entender del todo, no hace más que jadear suplicando en su último aliento un poco de compasión por todos sus pecados; entre ellos y el más grave, fue amarte, fue amarlos...
Y sin embargo, temo a la muerte y la vida me mata. ¿Qué me queda en esta inmensidad de nada?
Quizás hoy mi corazón siga latiendo por vivir, pero no puedo prometerte que mañana siga dejando que esta triste melodía siga sonando al compás que marca mi pulso.
lunes, 17 de septiembre de 2012
Finales felices.
Quizás buscar la complejidad en mis palabras sea lo que me impida expresarlas, siempre intento encontrar palabras de novelas grandiosas, de sublimes lecturas de adultos... suena bastante aburrido ¿no? Volvamos a ser niños despreocupados.
Y es ahora cuando estoy aprendiendo a ver las cosas de una manera más simple, a no preocuparme por cualquier pequeño problema... Creo que estoy aprendiendo a ser feliz por una vez.
Sin buscarla, encuentro la perfección en pequeñas cosas en la que jamás me fijé: en cómo la noche nos arropa con su gran manto de estrellas y nos vigila con su gran ojo, la Luna; el despertar con pequeños rayos de luz al amanecer que nos marcan el camino que seguir, pero sin dejarnos ver cuál es el final... el trabajo de descubrirlo es nuestro, andando solos o con la más dulce compañía, tropezando y aprendiendo a levantarnos y a curar nuestras heridas... aprendiendo a querernos tal y como somos... aprendiendo a ser nosotros mismos.
¡Levanta ya! Es hora de que abras la boca y te comas el mundo que sostienes entre tu manos.
Y quizás a veces te asuste la oscuridad, el miedo de no saber hacia dónde vas y perderte del camino; quizás empiece a llover de tus ojos cuando notes que se acerca el invierno de tu corazón y poco a poco se vayan congelando tus sentimientos, paralizando tus emociones, desconcertando tus sentidos. Pero no temas más, porque yo mataré monstruos por ti.
Seremos dos héroes vestidos del verde coraje y empuñando nuestras más preciadas ilusiones, prométeme que lucharemos por ser felices, juntos. Que por mucho que nos cueste escalar montañas, por mucho que nos hundamos en aguas turbias, por mucho que la niebla nos impida vernos, siempre estarás agarrado a mi mano, no me sueltes nunca...
Ha llegado la noche y los fuegos artificiales tiñen el cielo de toda clase de colores existentes (e inexistentes también), pero ¿qué celebramos? Quizás el seguir vivos, en retar cada día a la muerte a un juego al azar, celebramos ser campeones de este juego al que llamamos vida.
¿Puedes levantarme un poco? Quiero coger una estrella y encerrarla para que este momento sea eterno... a tu lado cualquier cosa se hace posible.
Aunque seamos solamente dos simples cultivadores de sueños, me siento feliz de haberte encontrado; porque la experiencia me ha enseñado que los príncipes azules a veces se destiñen...
Y como en cualquier historia, debería haber un final feliz, pero a esta historia, prefiero no ponerle final alguno.
Y es ahora cuando estoy aprendiendo a ver las cosas de una manera más simple, a no preocuparme por cualquier pequeño problema... Creo que estoy aprendiendo a ser feliz por una vez.
Sin buscarla, encuentro la perfección en pequeñas cosas en la que jamás me fijé: en cómo la noche nos arropa con su gran manto de estrellas y nos vigila con su gran ojo, la Luna; el despertar con pequeños rayos de luz al amanecer que nos marcan el camino que seguir, pero sin dejarnos ver cuál es el final... el trabajo de descubrirlo es nuestro, andando solos o con la más dulce compañía, tropezando y aprendiendo a levantarnos y a curar nuestras heridas... aprendiendo a querernos tal y como somos... aprendiendo a ser nosotros mismos.
¡Levanta ya! Es hora de que abras la boca y te comas el mundo que sostienes entre tu manos.
Y quizás a veces te asuste la oscuridad, el miedo de no saber hacia dónde vas y perderte del camino; quizás empiece a llover de tus ojos cuando notes que se acerca el invierno de tu corazón y poco a poco se vayan congelando tus sentimientos, paralizando tus emociones, desconcertando tus sentidos. Pero no temas más, porque yo mataré monstruos por ti.
Seremos dos héroes vestidos del verde coraje y empuñando nuestras más preciadas ilusiones, prométeme que lucharemos por ser felices, juntos. Que por mucho que nos cueste escalar montañas, por mucho que nos hundamos en aguas turbias, por mucho que la niebla nos impida vernos, siempre estarás agarrado a mi mano, no me sueltes nunca...
Ha llegado la noche y los fuegos artificiales tiñen el cielo de toda clase de colores existentes (e inexistentes también), pero ¿qué celebramos? Quizás el seguir vivos, en retar cada día a la muerte a un juego al azar, celebramos ser campeones de este juego al que llamamos vida.
¿Puedes levantarme un poco? Quiero coger una estrella y encerrarla para que este momento sea eterno... a tu lado cualquier cosa se hace posible.
Aunque seamos solamente dos simples cultivadores de sueños, me siento feliz de haberte encontrado; porque la experiencia me ha enseñado que los príncipes azules a veces se destiñen...
Y como en cualquier historia, debería haber un final feliz, pero a esta historia, prefiero no ponerle final alguno.
lunes, 25 de junio de 2012
Sigo sin creer en las resurrecciones.
Necesito descarrilar de una vez de esta montaña rusa en la que no hago más que caer más y más en picado, siento cómo se me encoge en estómago, esas terribles ganas de vomitar sentimientos y quedar libre de ellos, pero tengo miedo a escupirlos sobre alguien importante, alguien que ahora mismo me está cogiendo de la mano diciéndome: ''tranquila, ya pasará'', pero... ¿cuánto tiempo estarán ahí? ¿se bajarán en la próxima vuelta o se quedarán eternamente atrapada en ella por mi culpa? Sea como sea, no quiero tenerlos a mi lado, no quiero... no quiero depender de ellos, de nadie...
Siempre he sido una molestia y siempre lo he sabido, solo que intentaba consolarme pesando que no era culpa mía, que eso le pasaba a todos, pero no es así... cualquier persona en mi compañía sufre, se va, o simplemente, hace lo posible para acabar con su vida.
No os podéis imaginar la angustia que tengo agarrada en el pecho, me aprieta, me deja sin aliento y poco a poco, está acabando conmigo... pero no le daré el placer de hacerme morir lentamente, disfrutando de cada minuto de agonía que sufra mi cuerpo, de cada lágrima que desprenda por aquellas personas que hoy se marchan, por cada gota de sangre que define mi cuenta atrás.
Necesito retroceder, a cuando todo estaba bien, quedarme allí un tiempo, grabar en mi memoria aquellas caras felices de manera que no quede espacio para nada más en mi memoria; inundar mis oídos de esas risas, ahogarme en ellas y por una vez sentirme tranquila; abrazar a aquella gente a la que nunca olvidaré, sentir sus cuerpos junto al mío, recordar sus dulces aromas... hasta que todo se haga borroso y llegue la hora del juicio final. Que por un momento, durante un simple instante todo aquello que me devoraba por dentro, aquello que hoy no me deja vivir, deje de existir.
Quiero pedir ayuda a Dios, pero ¿dónde está ahora? ¿dónde está su justicia? Me ha abandonado, pero, realmente, no es de extrañar, todos, al fin y al cabo, acaban haciéndolo.
Ahora que realmente estoy sola, tengo miedo, miedo a morir si haber sido nadie... ¿alguien me recordará? ¿alguien llorará por que me vaya? Pero esa no es la mayor de mis preocupaciones...
Tengo miedo de dejar de existir, de dejar de ser, relativamente, alguien a solo ser un cadáver, algo inerte, insensible, inútil... Miedo de no volver a sentir jamás, de no sentir lo que es ser amada de verdad por alguien...
Y ahora que decido morir en el más frío de los veranos, en una donde solo se oye el pequeño siseo del viento pasando entre las ventanas estalla mis oídos, donde el frío suelo hace que ardan mis pies a cada paso, donde a cada bocanada de aire temes por que se escape tu alma en un pequeño hilo de voz en el que apenas se percibe los lúgubres sonido de un amargo adiós... Es aquí cuando tengo claro de que no hay vuelta atrás.
Después de tantas veces que ha muerto mi alma, sé con seguridad de que no hay resurrección alguna, mi alma siempre estuvo muerta, pero vivía artificialmente de aquellas personas a las que me aferraba y de las que ahora me despido.
Adiós amigos, nos vemos en el olvido.
viernes, 11 de mayo de 2012
Anhelo de pecadores.
Me sigo ahogando entre botellas vacías, asfixiándome entre un aire en el que solo se perciben diferentes tonos de alcohol y tabaco, dejando que penetren en mí esas drogas que espero que acaben por matarme, por destruir dentro de mí todo lo que soy.
Sigo atragantándome con besos insípidos y quemando mi piel con caricias vacías, sobreviviendo del poco afecto que consigo arrebatar, siendo yo misma una de esas personas de las que intenta escapar; dejando que los deseos se antepongan a los sentimientos, haciendo sentir que es una necesidad. Repulsivo, pero a la vez bastante agradable.
Me cansa ya hablar de caminos y de destinos, de recordar malas salidas e imaginar un final. A veces me parece absurdo esto de pensar, no hace más que ponernos impedimentos a aquellos que realmente deseamos hacer, decir o simplemente callar. Y quiero hablar del ahora, pero no encentro nada que decir... O no nada que no tenga relación contigo.
Poco a poco siento que me quedo sin cosas que decir, sin palabras que cobren sentido de ningún modo, siento que el tiempo se agota cuando no estoy a tu lado; siento que me voy quedando sin aliento de tanto correr para alcanzarte y, sin embargo, siempre te pierdo el el horizonte, vacío y monótono.
Se van acumulando demasiados temas incoherentes conexos entre sí, que siempre lleva a un mismo lugar, un mismo punto de referencia: tu anhelo.
Y es que aún no me hago a la idea de vivir sin una sonrisa que ilumine las noches más oscuras, cuando las estrellas dejan de brillar y la Luna se torna de un turbio y frío rojo que va recorriendo mis venas, haciendo que mi cuerpo se congele, es cuando necesito tu calor, unos brazos que me acojan dulcemente, escuchar una y otra vez el mismo sonido repetitivo de tu corazón y quedarme dormida bajo el manto de tu mirada. No me hago a la idea de tener que vivir sin volver a escuchar el envolvente aroma de tus palabras, dejando que en mis oídos se incrusten las putrefactas palabras de la sociedad, en las que abundan críticas y burlas, dejando que vuelva a caer en un bucle de autodestrucción.
No quiero vivir sin poder beber el fruto de mi felicidad, que emana tímidamente por la comisura de tus labios... ¿jamás volveré a tomar del fruto prohibido?
El anhelo será el castigo y el olvido algo inalcanzable, esta es la pena de los pecadores.
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