domingo, 30 de octubre de 2011
En mis manos no serás un pájaro de alas atadas.
Ya no duele el recordar el pasado, lo he dejado atrás, junto a los sentimientos que estaban a él encadenados, liberándolos de una prisión cada vez más estrecha, donde los latidos cada día eran más débiles, dónde las lágrimas eran más secas, donde el amor era una simple fantasía -imposible de alcanzar-.
Vuelvo a oír los latidos de mi corazón; pero no ese constante ''pum, pum'' que suelen hacer todos, que va, le oigo decir lo bien que se siente al estar en un cálido y querido cuerpo al fin, mi cuerpo.
Amor, vuelve a ser la fuente de la que bebo, la que me da fuerza, valor, la que me impulsa a seguir adelante, la que apaga este fuego que arde en mi interior, que me quema, que me devora, que me destroza poco a poco haciendo de mí poco más que unas míseras cenizas...
Quiero que sepas que el pasado ya no duele porque al observar el presente te encuentras tú, esperándome con una gran sonrisa que abrazaré.
Te he echado de menos, mi cama ha estado vacía demasiado tiempo, sigue aún el contorno de tu cuerpo dibujado entre las revueltas sábanas y tu dulce y peculiar aroma se percibe entre las almohadas, mis sueños extrañaban verte en ellos, feliz y a mi lado, añoraban sentir tu calor, tu presencia... Mis labios han estado demasiado tiempo sellados, esperando a volver a entrar en contacto con tu hermoso rostro; mis ojos deseaban volver a verte, buscar entre los rincones intentando hallar los tuyos y que, en una tímida pero larga mirada, las palabras sobren y sea el mismo latido de nuestro corazón el que nos revele lo que ambos sentimos, pero sin embargo, lo que nunca confesaremos...
He esperado demasiado tiempo esperando sola a la intemperie, hiciera frío o calor, solo para volver a verte. Te perdí rápido, por extrañas razones que no llego a comprender... te perdí sin yo quererlo -lo pagué bastante caro, a base de lágrimas de cristal, sentimientos fragmentados y un pequeño corazón inservible- pero ahora que te he encontrado no quiero dejarte escapar nunca más. No seré yo quien corte tus alas, dejándote así atrapado entre rejas, privándote de cualquier libertad y haciendo de ti una marioneta que yo misma manejaré, que va, te haré sentir bien -puedo prometértelo-, te acogeré entre mis manos y no te dejaré caer, dejaré que abras tus alas y las batas con fuerza, te ayudaré a volar, a volar muy alto, pero siempre esperaré a que regreses a casa, tu casa, mi corazón...
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